Noticia archivada en la categoría: Deporte  | Publicada el 9 octubre del 2019.

Nuestro sensei Antonio Quero (5º Dan del Aikikai de Tokio) viajó el pasado fin de semana a París para participar en dos cursos impartidos por el prestigioso maestro de aikido Christian Tissier (8º Dan de Tokio, Shihan y miembro del Consejo superior del Aikido Internacional), padrino de MIT School. Nuestro profesor cuenta en primera persona sus impresiones sobre estas jornadas.

«Nada más llegar vemos en todas las tiendas de prensa y revistas, la portadas de una revista Japonesa la imagen del maestro Tissier con una entrevista. Esto acrecentaba el interés para el reencuentro.

El primer curso se realizó en su Dojo, en el emblemático “Círculo de Tissier”, donde se tiene la sensación de pasar de lo mundano a lo sagrado, lugar de cantera de tantos grandes cinturón negros que hoy imparten aikido por diferentes puntos de la geografía mundial. Lugar del reencuentro con el pasado pero en el «aquí y el ahora» hacia el futuro, lugar donde se materializa el esfuerzo, la intensidad, la dedicación, la maestría, la perfección que, gracias a la dirección del maestro Tissier, se convierte en arte. Una jornada cargada de mucho sudor, tecnicismos y mucha información que procesar y digerir, pautas para generaciones venideras de un arte emblemático.

El segundo día de curso se realizó en las instalaciones deportivas de Vincennes, donde se concentraron sobre trescientos aikidokas de diferentes puntos del País. Una sensación tremenda ver tantos participantes funcionando perfectamente sincronizados bajo las pautas del maestro Tissier como si de un director de orquesta se tratara. Hijos, padres y abuelos en el tatami, hasta tres generaciones compartiendo.

Hizo mucho hincapié en la importancia del trabajo en los dojos (sala donde se practican artes marciales), así como de cuidar las bases iniciales, esencial para crear una estructura consistente y duradera.

El visitar al maestro Tissier es revalidar lo votos con el aikido, es una contestación al “¿por qué?”, una bocanada de aire fresco a la práctica, es mantenerse en «Shoshin», uno de los cinco principios del Budo, el espíritu del eterno principiante, mente abierta, receptiva, adaptable, disposición a aprender de forma modesta, humilde, aplicada, disciplinada, perseverante….».

 

Sin duda las artes marciales son una forma de vida, un pulso diario a una vida de rapidez, estrés, carencia de valores…….y se convierten en el mejor legado (valores y principios) que le podemos dejar a las generaciones venideras.